viernes, 31 de agosto de 2007

“Pequeños momentos”


¿Puede una persona desprenderse de sí misma, salir de algun modo de su cuerpo y observarse desde un punto exterior cualquiera, puede verse cuando sale de su casa para ir a sus ocupaciones de cada día, o ver con total claridad su propio estado de ánimo, conocer desde ese punto de observación cuales son sus pensamientos, ver como sufre y reconocer cuales son los motivos de sus preocupaciones ?. No solo esto, sino que en el pequeño intervalo de un instante ver ante sí sucesos anteriores, muy antiguos de su vida y poder detenerse a voluntad en distintos momentos, digamos cinco años atrás y ver con total claridad como si se estuviera viviendo ahora las circunstancias que lo rodeaban y en una rápida mirada poder revivir hasta los hechos mas lejanos de su niñez, con todas las angustias y pequeñas alegrías de esos días. ¿ Podrá una persona ver ante sí toda su vida pasada ?. Yo no lo podría afirmar, pero sin embargo sé que fue exactamente esto y no otra cosa lo sucedido aquella noche a Pablo Castro.
Comenzó esta extraña, insólita e imprevista experiencia mientras dormía, o tal vez mientras intentaba dormir, porque se había refugiado en la cama no por sueño o cansancio sino para poner distancia entre él y sus preocupaciones, para alejarse de los problemas y de todos los conflictos que en ese momento no podía solucionar. Y no eran sus problemas algo extraordinario, fuera de lo común, no, para nada, eran todas situaciones por las que tiene que pasar cualquiera en cualquier momento de su vida: se sentía insastifecho con el trabajo que tenia, frustrado por más de alguna situación no resuelta, soportar la rutina obligada de cada día, la falta de dinero, el querer viajar y no poder, uno que otro achaque de salud, propios de la edad, la desaparición de algunos seres queridos, el querer tener alguna cosa y no poder comprarlas y tantas otras preocupaciones cotidianas. Pablo Castro no era felíz. No tenía capacidad para disfrutar de la vida, no sabia como enfrentar los problemas, así que mientras se daba vueltas de un lado y del otro dentro de su cama, de pronto tuvo la sensación que se estaba mirando a sí mismo desde cierta distancia, se reconoció acostado, iluminado por la luz del velador y luego de mirarse por un rato siguió elevándose, traspasó la pared de su dormitorio y se encontró afuera viendo desde arriba su casa ahora iluminada por la luna y siguió subiendo hasta quedar en la parte mas alta del pino del jardín . Allí estuvo mirando todo totalmente tranquilo, la luz de la luna, su casa, las plantas del jardín…y en un quiebre del tiempo , retrocedió hasta verse salir de la casa y le costó reconocerse caminando con el cuerpo cansado y la mirada fija, sin vitalidad, triste. Fue ahí, desde ese pino y desde ese momento
que comenzó a revivir momentos pasados; primero se concentró en las preocupaciones que tenía cinco años atrás y vió con asombro que todo se había solucionado con el correr del tiempo y tuvo por vez primera conciencia que los conflictos presentes se iban a solucionar tambien. Y de la misma manera mirando mas atrás en el tiempo, siempre todo pasaba y nada era para siempre. Así fue como se avergonzó de no haber disfrutado como es debido pequeños momentos que por ser tan familiares o simples nunca le dió importancia y ahora no hay manera que vuelvan a repetirse. Ahí estaba almorzando con su madre, quizo gritar, pero era inútil, miró sus manos que tanta veces lo habían acariciado y recordó sus besos que eran un besar y un oler y le pareció escucharla cuando decía: conozco el olor de cada uno de mis hijos. ¡ Caramba, ella sí que sabía vivir!. Vió a su abuelo que andaba por las casas de los familiares y amigos reuniendo siempre a su alrededor a la gente, haciendo asados y ruedas de mate, hablando con todos , hasta con los mas chiquitos, a todos escuchaba, a todos alentaba, siempre tenía un chiste, alegrando vidas, dando amor. Y con gran tristeza se vió muy distinto a su querido abuelo. Así fue recorriendo su vida , como viéndola en una película . No voy a relatar todo, no tiene mucho sentido; lo que si voy a contar es que después de esta experiencia Pablo Castro decidió cambiar de vida. Vio que los días son tan valiosos que no tienen precio. Vivir es sencillo, se decía; es amar, es ser felíz, es ser amable, respetar y ayudar al otro. Quizo volver en sí mismo,…..sintió un gran peso sobre su pecho, fuertes tenazas le impidieron respirar. Se sintió un pecador porque nunca fue feliz…….conoció la vida en su último minuto, había estado siempre a su lado y nunca la reconoció.

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