Cinco millones…..
Siete de julio de mil novecientos ochenta y seis.-
Había llegado, por fin, el gran día para Osvaldo. Mientras
tomaba el café, antes de salir, recordaba emocionado el
despertar de su vocación al comienzo del secundario y
cómo desde esa época se había esforzado en capacitarse
para ejercer esta profesión. Estudió con dedicación, asistió
a conferencias, cursó carreras especializadas, leyó artículos,
notas, comentarios, críticas, chismes y editoriales de todos
los diarios. Reconocía a los periodistas por sus escritos y por
los temas que trataban, sabía de las tendencias ideológicas y
políticas, no sólo de diarios y revistas, sino que había apren-
dido a conocer intenciones, complicidades y luchas que estaban
ocultas a otros ojos menos entrenados..
El periodismo era su mundo y hoy su primer día de trabajo.
La mirada de Osvaldo recorrió el material acumulado sobre
el gran escritorio del jefe de redacción; en el suplemento domi-
nical del diario iban a tratar el tema de la niñez y ahí estaban
las opiniones y los proyectos, las observaciones y los consejos
de los grandes digitadores del poder. Las sesudas reflexiones
de los especialistas y entendidos: educadores, pediatras, sicó-
logos, sociólogos, escritores, animadores de programas infan-
tiles, funcionarios, políticos, autoridades de la iglesia, planifi-
cadores, secretarios, subsecretarios y secretarios de los secre-
tarios del ministerio de educación infantil.
¡Sólo me falta la opinión de los productores de la materia
Prima!.... ¡Quiero la opinión de los padres! El Jefe lo despidió
Con un seco, ¡eso es todo! Y Osvaldo salió a la calle acompa-
ñado de José Luís, el fotógrafo.
Antes de que volvieran a la redacción los encontré de casua-
Lidad en un café de Constitución. El trabajo ya estaba hecho.
Los entrevistados habían dicho lo suyo. Osvaldo demostrando
una gran capacidad para transportarse al futuro, entusiasmado
por tantas repuestas bien intencionadas, me hablaba del amor
maternal y paternal como fuente de una felicidad asegurada.
Jose Luis, callado, veía a través de la ventana los chicos que en
la calle vendían golosinas, lustraban zapatos, abrían puertas de
taxis, y me imaginé que adivinaba en los bolsillos de esos sucios
y rotos pantaloncitos el horror de bolsitas con pegamentos. Los
deje, a uno con la imposibilidad de fotografiar el futuro, y al otro
transportado a un porvenir que no le permitía ver lo precario del
presente.
Mas tarde Osvaldo, ya en su casa, sentado ante la mesa, dis-
puesto a cenar, está mirando televisión; el locutor anuncia: Hoy
en algun lugar del planeta nació o está por nacer el habitante un-
mero cinco mil millones,….propagandas,….policiales: Fue apre-
sado, a punto de tomar un tren que lo llevaría a otra provincia, al
autor de incalificable delito; mató a golpes a su hijito, bebe de cuna,
molesto por los llantos de la criatura que no le permitían ver con
tranquilidad el partido de fútbol. Se supone que estaba alcoholizado
Lo insólito del hecho es que en el momento de partir estaba acompa-
ñado de su mujer. En su poder se hallaron dos pasajes. Muestran al
chacal y Osvaldo horrorizado salta de la silla, no lo puede creer, re-
conoce al asesino como uno de los entrevistados por él durante la
mañana. Se aleja de la mesa, apaga el aparato, está abatido, con-
fundido, frustrado, impotente, da vueltas, camina, vuelve, va, fi-
nalmente se tira en la cama; toma un libro y lee: “Somos el producto
de cinco mil millones de años de evolución lenta, fortuita, y no hay
razón para pensar que se halla detenido tal proceso…..el desarrollo de
la inteligencia humana…..el avance de la ciencia…..la tecnología…..
energía alternativas…..el acido nucleico…..la era espacial…..
.
viernes, 31 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario